sábado, 27 de diciembre de 2014

Relatos Salvajes


Hace algún tiempo me di cuenta que hay días negros a los que es mejor ignorar. De esos días en que uno se levanta con el pie izquierdo y, desde un inicio, comienzan a concatenarse “Una serie de eventos desafortunados” (weird movie de Brad Silberling [Un ángel enamorado], con una fotografía preciosa de Emmanuel Lubezki). Se te hace tarde para el trabajo, se te olvida tu credencial, la gente en el transporte es grosera, te atienden mal en el restaurante, etc. Cuando me percato que estoy en uno de esos días, decido relajarme, cumplir con mis obligaciones de la mejor manera, y  en cuanto puedo me regreso a mi casa. Sé que ese día no voy a ganar una sola.
 Escojan uno de esos días, el peor de todos, e imaginen que, en vez de tomar las cosas por el lado amable (q.e.p.d. Don Roberto Gómez Bolaños “Chespirito”), dejan salir su lado más perverso y le dan rienda suelta a su ira.
 De eso trata Relatos Salvajes, película argentina de humor muy negro —aunque no por eso menos divertido— conformada por seis estupendas historias (impecablemente escritas, producidas, dirigidas y actuadas) cuyo común denominador es la ira y la venganza.
 Resulta un poco aterrador que las situaciones que detonan el desquiciamiento de los personajes sean de lo más comunes (¿quién no, en su sano juicio, ha querido romperle el hocico al chofer del camión o aventarle los nachos en la cabeza a la persona platica en el cine?, por mencionar un par de ejemplos cualesquiera, no los que ocurren en la cinta). Definitivamente, cuando la línea de la cordura desaparece, cuando la frustración y el enojo toman las riendas de nuestros actos, todo puede suceder.
 La película ya está en pocos cines, así que vayan a verla antes de que salga de cartelera, de verdad vale la pena, además van a reír mucho.

viernes, 17 de octubre de 2014

La dictadura perfecta: la chabacanería más grande de Luis Estrada

Bastaba ver el tráiler para saber que “La Dictadura Perfecta” era una porquería de película. Fui a verla solo para tener los pelos de la burra en la mano.


¿Cómo explicarlo? Si la intención era hacer un filme que criticara a los políticos y al poder de los medios de comunicación, pues entonces falló terriblemente. En ese sentido, la película es un chiste, pero un chiste sin gracia, burdo y muy mal contado. Es difícil imaginar que este director es el mismo de la excepcional “La ley de Herodes”.


Los personajes son un champurrado indefinible (en su papel de presidente de México, Sergio Mayer es una mezcla de Fox con Peña Nieto). Los hechos reales a los que hace referencia se cuentan de una manera tan torpe y ridícula que resultan inverosímiles. Y no solo eso, el director los manipula y les agrega de su cosecha en aras de hacerlos graciosos, pero lo único que consigue son escenas estúpidas que ya no dan risa.


El guión de esta película es para el cine, lo que “fresas y más fresas, si no me quieres, por qué me besas” para la poesía. La historia que plantea es de un maniqueísmo absurdo, y no es ni comedia, ni drama, ni farsa, ni cine de denuncia, ni documental, ¡ni madres! Lo que sí es, es aburrida –por momentos-.


Bueno, para acabar pronto, lo que se ve en la pantalla no es más que la más grande chaqueta mental que jamás haya tenido el director Luis Estrada. Sé que no me van a hacer caso e irán a verla. Allá ustedes.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Cantinflas: gran producción... a la deriva.

Técnicamente, Cantinflas en una excelente película: vestuario, iluminación, fotografía, audio, tomas y movimientos de cámara... todo muy bien; incluso la secuencia de créditos al principio de la cinta (algo que pocas veces trasciende) es estupendo. 

Las actuaciones, aunque disparejas (consecuencia en parte de un casting bastante fallido, por ejemplo, la actriz que intenta darle vida a María Félix es un chiste), cumplen; especialmente la del protagonista Óscar Jaenada, quien hace una interpretación impecable del cómico mexicano. Su caracterización, gestos, movimientos corporales, entonación de voz... todo es perfecto. 

De donde cojea terriblemente la película es del guión. En general se le ha criticado porque no profundiza en la vida de Mario Moreno, y se queda solamente en el personaje de Cantinflas. Y es verdad, pero el problema no es ese. Si el director quiere hacer un homenaje a Cantinflas y mostrar solo el lado positivo del personaje, es muy válido. Además, a la gente le gustan las historias condescendientes (por algo son tan exitosas las chick flicks). Lo malo es que el guión no va a ningún lado. 

Aunque hay un hilo conductor, la narrativa se siente plana porque la historia no va para ninguna parte, o, en el mejor de los casos, se dirige a un punto intrascendente. Una biopic debe ser un vaivén de emociones en el que la trama poco a poco envuelva al espectador, de tal forma que se desborde de emoción con los éxitos del personaje y sufra de igual forma sus fracasos, hasta llegar a un clímax que todo mundo espera. 

Solo por mencionar un ejemplo reciente, en Jersey Boys, de Clint Eastwood, la escena ya al final de la película donde el grupo canta por primera vez "Can't take my eyes off you", es estremecedora, se pone la piel chinita solo de oír la canción. 

Pero en Cantinflas solo hay una secuencia de escenas que recrean capítulos por todos conocidos de la vida del artista; que sí, están bien hechas; sí, algunas son chistosas, pero nada más, no hay un solo punto climático, ni siquiera cuando le gana el Globo de Oro al mismísimo Marlon Brando. Por eso es que, cuando termina la película, queda una sensación agridulce de insatisfacción; como que estábamos ante algo bueno, pero nunca pasa nada importante. Al final, la vida del "mejor comediante del mundo" resulta bastante insípida. Qué lástima, porque tenía mucha tela de donde cortar.

viernes, 29 de agosto de 2014

Guten Tag Ramón

Muchas veces me han recomendado películas "conmovedoras" que al final resultan melodramas lacrimógenos bastante malos. Por los comentarios que había escuchado, algo así me esperaba de Guten Tag Ramón, pero la película me tomó por sorpresa, y esta vez sí se cumplieron las amenazas. Es de esas cintas que te aprieta de a poquito el corazón, y no te suelta. No sabría como explicarlo, lo único que puedo decir es que uno llora, así, de repente, las lágrimas brotan solitas, casi sin sentido, porque no hay escenas desgarradoras que obliguen a soltar el llanto, es simplemente que toca fibras elementales del ser humano. Creo que tiene que ver con una necesidad que tenemos actualmente muy cabrona de creer, de asirnos a la esperanza de que la humanidad no está perdida, a pesar (nunca mejor utilizada esta frase) de las malas noticias que nos abruman todos los días. No importa lo que se haya estrenado hoy, si van al cine, ésta es la película que tienen que ver.

viernes, 6 de junio de 2014

Solo para pubertas

Quien esté pensando en ir a ver "Bajo la misma estrella", considere lo siguiente:

1.- Está basada en un Best Seller que ha encontrado eco principalmente en niñas de entre 13 y 15 años, y gente muy jotita (hombres y mujeres) del tipo "Manigüis".

 2.- Son esas mismas escuinclas las que se van a encontrar en la sala de cine, suspirando y haciendo escándalo cada vez que haya una escena "romántica".
 
3....- Aunque a él le falta una pata, y ella tiene cáncer terminal de pulmón (eso se sabe en los primeros 10 minutos de la película, así que no es spoiler), no es un drama desgarrador que haga reflexiones profundas sobre ésta enfermedad; se trata de una chick flick lacrimógena, boba e insustancial, eso sí, muy complaciente en cuanto a las escenas "románticas" arranca suspiros. Una de ellas me gustó, lo reconozco.

4.- Dura poquito más de dos horas.


 Si en vez de "Bajo la misma estrella", están pensando ver Maléfica, entonces consideren lo siguiente:

1.- No es uno de los grandes estrenos de Disney (por algo fue así).
 
2.- Los cuernos de Angelina Jolie son como el pelo de un muñeco Playmobil, o el de una botarga de Lazy Town.
 
3.- Maléfica tiene el mismo nivel de maldad que María Von Trapp en La Novicia Rebelde.
 
4.- Los efectos especiales son como de Magicuento, o lo que es lo mismo, se nota el greenscreen.

viernes, 4 de abril de 2014

Los insólitos peces gato

¿Qué es la felicidad? ¿Dónde se encuentra? ¿Cómo se llega a ella? No tengo una opinión concreta respecto a “Los insólitos peces gato”, solo preguntas.


Es un drama familiar “cualquiera”, y ese es el gran valor de esta cinta, porque en el transcurso de esa historia “común”, se va trazando, poco a poco, un perfil hiperrealista de una de tantas familias de clase media-baja. Es una muestra muy representativa de un Universo, y no es algo fácil de lograr.


La cotidianidad —en la familia, la pareja, la vida misma— es una circunstancia ambivalente que juega a favor y en contra del individuo. ¿Cuántas veces la monotonía habrá acabado con una relación amorosa?  Sin embargo, esos momentos repetitivos son los que se añoran cuando viene el rompimiento.


Por cierto, así como se deja testamento, deberíamos dejar un testimonio en audio o video a manera de despedida. No sé qué se sienta estar en el lecho de muerte, pero estoy seguro que muchos querrían una última oportunidad, un día, unas horas, para despedirse. Digo esto porque el final es conmovedor, y no es spoiler.


Pero quiero ser totalmente honesto. Tal vez estoy divagando, y si acaso llegan a ver la película, lo más probable es que no sepan ni de qué fregados estoy hablando. A mi favor solo me queda recordar que como en cualquier expresión artística, cada quien percibe la obra con una sensibilidad diferente, y al cine todos asistimos con un lente distinto. Habrá quien vaya con un gran angular y vea toda la magnificencia del filme, habrá quien lleve lentillas de acercamiento y encuentre detalles que nadie más vio, y habrá a quien se le olvide quitarle la tapa y la película le pase en negros. Yo solo dejo testimonio de mi experiencia, ustedes deciden si quieren ir a verla o no —apúrense porque está en pocas salas—. Me cuentan.

domingo, 16 de febrero de 2014

La vida de Adèle (11 reflexiones)

Estoy experimentando nuevas formas de hacer crítica de cine. A este estilo lo he llamado Oppenheimer, porque como el periodista argentino, voy a dar mis conclusiones (reflexiones). La película en cuestión es La Vida de Adèle (léanlo sin miedo, no revelo trama):

1.- Es muy buena película, pero no una obra maestra, creo que la crítica le ha colgado milagritos de más.

2.- Sí está muy larga. Nunca aburre, pero sí pesan un poco las horas nalga sentado en la butaca. Yo le hubiera quitado por lo menos media hora.

3.- No está tan fuerte como todo mundo dice, aunque el talladero de pelucas está en los linderos de la pornografía, y sí prende, la verdad; lo cual me lleva a la siguiente pregunta: ¿soy lesbiano?

4.- En México como en el mundo, la cerveza es Corona.

5.- Sospecho que el orgasmo es asunto exclusivo de mujeres. Y no de todas.

6.- Al parecer, el mejor amante que puede tener una mujer, es otra mujer.

7.- Todo indica que las mujeres pueden prescindir, sin ningún problema, de la verga.

8.- Qué triste :(


 9.- Me gustaría tomar un curso de cunnilingus.

10.- Sigo sin entender por qué hay lesbianas que eligen a un hombre con chichis como su pareja.

11.- La bachata ha traspasado todas las fronteras.

lunes, 20 de enero de 2014

Cómo hacer del hostigamiento telefónico algo divertido

He tratado de dialogar con ellos, pero no hay manera. Llaman todos los días de Banamex preguntando por mi hermana. Ella ya no vive con nosotros desde hace... no sé, mucho. Se supone que ya cambió sus datos, pero no hay día que no hablen preguntando por ella, supongo que para ofrecerle nuevos servicios, no lo sé bien porque a los ejecutivos no les doy tiempo ni de que me digan su nombre.

Lo he intentado todo: escuchar pacientemente su speech completo, para luego decirles que la persona a la que buscan ya no vive ahí y no tengo forma de comunicarme con ella. Obviamente no me hacen caso y siguen llamando. Les he colgado, los he dejado esperando en la línea hasta que se corta la llamada y les he dicho firme y claramente que ya no me estén chingando. No hacen caso.
Antes me molestaba, ahora no. Estoy viendo la posibilidad de cambiar mi número (porque dicho sea de paso, de cada 10 llamadas que recibo, 15 son números equivocados), pero antes quiero divertirme, de hecho ya lo empecé a hacer. Mientras escribía estas líneas recibí tres llamadas de Banamex. En la primera colgué. En la segunda le dije a la "señorita" que me diera su nombre completo y la ubicación del lugar de dónde me llamaba, que me dejara hablar primero, que por qué me llamaba tan tarde a mi número, qué tenía que hacer para que dejaran de hacerlo... en fin,  fui yo quien la hostigó con preguntas y no le permití hablar, hasta que se disculpó y me deseó buenas noches. Se escuchaba con ganas de mentarme la madre, pero ¡éjele, no puede!

En la tercera llamada le dije al ejecutivo que hablara correctamente porque no le entendía nada. La gente siempre se encabrona cuando la corriges o cuando le evidencias un error, en este caso de dicción, así que esta es una muy buena estrategia para sacarlos de sus casillas. La llamada fue más corta y terminó también con una disculpa y las buenas noches.
Seguiré divirtiéndome en lo que investigo cómo cambiar mi número, pero el tono de mis respuestas irá en ascenso invariablemente. Si continúan voy a terminar diciéndoles cosas como (léase en silencio y con los oídos tapados): “Si me vuelve a llamar, el tronco espinoso y con ramas que queda de mi arbolito de navidad, se lo voy a meter por el culo”. O (se me acaba de ocurrir): “Señorita, ¿le puedo decir señorita?, ¿cuántos años tiene?, ¿a poco a su edad nadie le ha metido la verga?” Se aceptan sugerencias.
Sé que las personas que trabajan en el call center no tienen la culpa, pero yo tampoco. Algo tendrán que hacer para que ya no los insulte, por ejemplo, dejar de llamar a mi número telefónico.

sábado, 4 de enero de 2014

Día del periodista


Según Twitter y Wikipedia hoy se celebra el día del periodista en México. Pues bien, felicidades a los pocos periodistas que quedan en este país, específicamente:

A los que se informan antes de cada conferencia de prensa, aunque parezca que se trata de un asunto irrelevante.

A los que buscan la nota en las ruedas de prensa, y no acuden solo a desayunar y recoger su kit de medios con el comunicado oficial y regalitos baratos.

A los que, a pesar de la premura del tiempo porque tienen que cubrir 5 o 6 notas diarias, aún se preocupan por escribir un lead atractivo que enganche al lector.

A quienes procuran el uso correcto del lenguaje, pero no se asumen expertos, ni se rasgan las vestiduras porque a una palabra le faltó un acento.

A los que emplean sus horas nalga en redactar textos claros, puntuales, sin ambages; en vez de buscar el lucimiento en un lenguaje rebuscado y muchas veces ininteligible. No hay nada más nefasto que un periodista intentando hacer literatura.

A los que no propalan la pendejada de que el periodismo es objetivo.

A los que no hacen “periodismo de causa” (la lista es infinita, ya sea a favor: los pobres, discapacitados, animales, comunidad gay, maestros, estudiantes, indígenas, etc. O en contra: de los impuestos, los ricos, el PRI, Peña Nieto, próximamente contra Mancera, la “señorita” Laura, la represión a los vándalos que hacen desmanes en la vía pública, la “criminalización de la protesta” —whatever that means—, etc.), y en lugar de exhortar a la gente a “tomar conciencia”, se dedican simple y sencillamente a informar.

A los que en sus espacios de opinión presentan argumentos y datos duros, no ideas abstractas ni verborrea incendiaria.

A los que no se ufanan de saberlo todo y están abiertos a nuevas experiencias y aprendizajes.

En fin, felicidades a todos los que tienen el privilegio de ejercer esta maravillosa profesión, a veces glamorosa, a veces ingrata, pero para quienes la amamos, siempre satisfactoria.