Hace algún tiempo me di cuenta que hay días negros a los que
es mejor ignorar. De esos días en que uno se levanta con el pie izquierdo y,
desde un inicio, comienzan a concatenarse “Una serie de eventos desafortunados”
(weird movie de Brad Silberling [Un ángel enamorado], con una fotografía
preciosa de Emmanuel Lubezki). Se te hace tarde para el trabajo, se te olvida
tu credencial, la gente en el transporte es grosera, te atienden mal en el
restaurante, etc. Cuando me percato que estoy en uno de esos días, decido
relajarme, cumplir con mis obligaciones de la mejor manera, y en cuanto puedo me regreso a mi casa. Sé que
ese día no voy a ganar una sola.
Escojan uno de esos días, el peor de todos, e imaginen que,
en vez de tomar las cosas por el lado amable (q.e.p.d. Don Roberto Gómez
Bolaños “Chespirito”), dejan salir su lado más perverso y le dan rienda suelta
a su ira.
De eso trata Relatos Salvajes, película argentina de humor
muy negro —aunque no por eso menos divertido— conformada por seis estupendas
historias (impecablemente escritas, producidas, dirigidas y actuadas) cuyo
común denominador es la ira y la venganza.
Resulta un poco aterrador que las situaciones que detonan el
desquiciamiento de los personajes sean de lo más comunes (¿quién no, en su sano
juicio, ha querido romperle el hocico al chofer del camión o aventarle los
nachos en la cabeza a la persona platica en el cine?, por mencionar un par de
ejemplos cualesquiera, no los que ocurren en la cinta). Definitivamente, cuando
la línea de la cordura desaparece, cuando la frustración y el enojo toman las
riendas de nuestros actos, todo puede suceder.
La película ya está en pocos cines, así que vayan a verla
antes de que salga de cartelera, de verdad vale la pena, además van a reír
mucho.
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