Según Twitter y Wikipedia hoy se celebra el día del periodista en México. Pues bien, felicidades a los pocos periodistas que quedan en este país,
específicamente:
—A los que se informan antes de cada conferencia de prensa,
aunque parezca que se trata de un asunto irrelevante.
—A los que buscan la nota en las ruedas de prensa, y no acuden
solo a desayunar y recoger su kit de medios con el comunicado oficial y
regalitos baratos.
—A los que, a pesar de la premura del tiempo porque tienen
que cubrir 5 o 6 notas diarias, aún se preocupan por escribir un lead atractivo
que enganche al lector.
—A quienes procuran el uso correcto del lenguaje, pero no se
asumen expertos, ni se rasgan las vestiduras porque a una palabra le faltó un
acento.
—A los que emplean sus horas nalga en redactar textos claros,
puntuales, sin ambages; en vez de buscar el lucimiento en un lenguaje rebuscado
y muchas veces ininteligible. No hay nada más nefasto que un periodista
intentando hacer literatura.
—A los que no propalan la pendejada de que el periodismo es
objetivo.
—A los que no hacen “periodismo de causa” (la lista es
infinita, ya sea a favor: los pobres, discapacitados, animales, comunidad gay,
maestros, estudiantes, indígenas, etc. O en contra: de los impuestos, los
ricos, el PRI, Peña Nieto, próximamente contra Mancera, la “señorita” Laura, la
represión a los vándalos que hacen desmanes en la vía pública, la “criminalización
de la protesta” —whatever that means—, etc.), y en lugar de exhortar a la gente
a “tomar conciencia”, se dedican simple y sencillamente a informar.
—A los que en sus espacios de opinión presentan argumentos y
datos duros, no ideas abstractas ni verborrea incendiaria.
—A los que no se ufanan de saberlo todo y están abiertos a
nuevas experiencias y aprendizajes.
En fin, felicidades a todos los que tienen el privilegio de ejercer
esta maravillosa profesión, a veces glamorosa, a veces ingrata, pero para
quienes la amamos, siempre satisfactoria.
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