domingo, 2 de octubre de 2016

Mi deuda impagable con Luis González de Alba

No puedo con la pérdida de Luis González de Alba. “Fuiste la conciencia histórica del 68”, mencionó en Twitter hace unos momentos el historiador Enrique Krauze. Y sí, eso es exactamente lo que fue Luis González de Alba, y no Elena Poniatowska, quien no era ni estudiante, ni vio nada, ni participó de ninguna manera en el Movimiento Estudiantil de 1968. 

Luis González de Alba desmitificó la llamada masacre del 68 y desmintió con nombres y apellidos, con pelos y señales a todos los vividores que han lucrado políticamente con ese acontecimiento. Contrario a muchos de sus contemporáneos que terminaron en la política como diputados o senadores, Luis González de Alba jamás sucumbió a las tentaciones del poder, y tuvo miles de oportunidades para hacerlo. Por eso siempre fue un hombre libre de decir y criticar no solo a los personajes que ejercían el poder, sino también a la izquierda mesiánica que tanto daño le ha hecho a nuestro país en los últimos años. Hasta donde sé, nunca nadie jamás pudo desmentirlo. 

Su lucha por la libertad de expresión sentó las bases de la democracia en nuestro país. Luis González de Alba sí vivió los años de represión gubernamental, él sí defendió su libertad con sangre, y lo pagó con cárcel (2 años en el Palacio Negro de Lecumberri). Su lucha fue real, y gracias eso, ayer más de 100 mil chairos pudieron mentarle la madre al presidente Enrique Peña Nieto y pedir su renuncia en el Zócalo de la Ciudad de México, después regresar tranquilamente a sus casas o acudir a un bar a tomarse unas cervezas.

Pero además, Luis González de Alba era un intelectual valiente y lúcido como pocos. Mordaz e implacable, con argumentos siempre puntuales. Sus columnas y ensayos en los diferentes medios donde escribió (La Jornada, Letras Libres, Nexos y Milenio) son un registro histórico invaluable, que espero que un día una editorial tenga a bien compilar.

Confieso que nunca había llorado por un personaje público, pero mi pérdida es real y ahora mismo me embarga la tristeza. Y parafraseando lo que dijo sobre Juan Gabriel a raíz de la muerte del cantante, puedo decir que mi deuda con Luis González de Alba es impagable.


¡Cómo te vamos a extrañar carajo!