No puedo con la pérdida de Luis González de Alba.
“Fuiste la conciencia histórica del 68”, mencionó en Twitter hace unos momentos
el historiador Enrique Krauze. Y sí, eso es exactamente lo que fue Luis
González de Alba, y no Elena Poniatowska, quien no era ni estudiante, ni vio
nada, ni participó de ninguna manera en el Movimiento Estudiantil de 1968.
Luis
González de Alba desmitificó la llamada masacre del 68 y desmintió con nombres
y apellidos, con pelos y señales a todos los vividores que han lucrado políticamente
con ese acontecimiento. Contrario a muchos de sus contemporáneos que terminaron
en la política como diputados o senadores, Luis González de Alba jamás sucumbió a las
tentaciones del poder, y tuvo miles de oportunidades para hacerlo. Por eso
siempre fue un hombre libre de decir y criticar no solo a los personajes que ejercían el poder, sino también a la izquierda mesiánica que tanto daño le ha hecho a
nuestro país en los últimos años. Hasta donde sé, nunca nadie jamás pudo
desmentirlo.
Su lucha por la libertad de expresión sentó las bases de la
democracia en nuestro país. Luis González de Alba sí vivió los años de represión
gubernamental, él sí defendió su libertad con sangre, y lo pagó con cárcel (2
años en el Palacio Negro de Lecumberri). Su lucha fue real, y gracias eso, ayer
más de 100 mil chairos pudieron mentarle la madre al presidente Enrique Peña
Nieto y pedir su renuncia en el Zócalo de la Ciudad de México, después
regresar tranquilamente a sus casas o acudir a un bar a tomarse unas cervezas.
Pero además, Luis González de Alba era un intelectual valiente
y lúcido como pocos. Mordaz e implacable, con argumentos siempre puntuales. Sus
columnas y ensayos en los diferentes medios donde escribió (La Jornada, Letras
Libres, Nexos y Milenio) son un registro histórico invaluable, que espero que un
día una editorial tenga a bien compilar.
Confieso que nunca había llorado por un personaje público,
pero mi pérdida es real y ahora mismo me embarga la tristeza. Y parafraseando lo
que dijo sobre Juan Gabriel a raíz de la muerte del cantante, puedo decir que mi
deuda con Luis González de Alba es impagable.
¡Cómo te vamos a extrañar carajo!
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